SOBRE EL AUTOR

jueves, 29 de agosto de 2013

De racismo e incomprensión...

Espero que leer esto ayude a que no cometamos el error de mostrar nuestras carencias como seres humanos al discriminar a las personas por su origen y color, señalando dichas características como algo negativo, sino también para comprender que quienes en este momento están abarrotando las calles, no todos ellos, claro está, están ahí porque creen en algo. 

Creen, entre otras cosas, que una ley que promueve el Servicio Profesional Docente es una afrenta a su trabajo, que es una forma de control que ayudará a que se deshagan de ellos. Tienen derecho a no estar de acuerdo y quienes promueven esa ley tienen la responsabilidad de informar adecuadamente los alcances de la misma para que eventos como los que hemos visto no ocurran.

Personalmente estoy a favor de la ley del Servicio, y lo estoy porque he visto las bondades de un sistema que se preocupa por profesionalizar a sus integrantes, aunque también sé, que, como siempre, hay dos lados de la moneda. Muchos de esos hombres y mujeres ponen corazón en lo que hacen y seguramente se esfuerzan por dar lo mejor de sí en sus aulas - aulas que muchas veces, no son propicias para enseñar- y en lugares en los que las barreras no son sólo económicas, sino alimentarias y culturales. Sin embargo, también es cierto que la educación en nuestro país, particularmente la básica, tiene severas deficiencias, y es así porque una buena parte de nuestros maestros no están adecuadamente formados, y considero que decirlo no es una falta de respeto hacia su trabajo, sino una realidad que puede transformarse.

Hoy me desperté con la fotografía cuyo enlace copio abajo y con los resultados de una encuesta publicada en el Reforma que dice que el 56% de 420 adultos del Distrito Federal, entrevistados vía telefónica, contestaron que debería hacerse uso de la fuerza para desalojar a los maestros.

Me parece que no acabamos de comprender que nuestro país es diverso, que no toda la vida se desarrolla como en el Distrito Federal y que muchas de las manifestaciones que hemos visto en los últimos días son fruto del miedo de miles de personas, como nosotros, que están viendo en peligro su trabajo.

¿Qué hacer? Explicar. Estas resistencias se dan siempre que se tratan de implementar nuevos programas o medidas, tal como ocurrió con la inserción de las obligaciones en materia de transparencia o equidad de género. La labor de quienes definen esas nuevas reglas consiste en labrar el camino para que estos cambios no sean vistos como una afrenta, sino como lo que son, mecanismos para mejorar. Sí, no es adecuado que por su lucha, congestionen las vías, pero honestamente pienso que si no lo hicieran, prácticamente ninguno de nosotros estaría reflexionando sobre esto.

Hay una parte que le toca al Estado y es irrenunciable, explicar los contenidos de las normas que promueve y explicar los alcances que prevé. Nosotros, como ciudadanos, por supuesto, que podemos y debemos inconformarnos cuando creemos lesionados nuestros derechos, sólo pensemos seriamente en los mecanismos existentes para mostrar nuestras inconformidades y evaluemos si estos son los más eficientes y expeditos. Si creemos con firmeza, que utilizando esos medios, estos profesores habrían sido escuchados, entonces no tengo nada más que decir.



sábado, 1 de diciembre de 2012

La política de la negación


A unas horas de que Peña Nieto tome protesta como nuevo presidente del país, los comentarios, las marchas y las inconformidades apuntan a una realidad imaginaria, a que Peña no será presidente, a que no será su presidente. Nada más peligroso. La realidad es que tomará posesión aún cuando el país al unísono gritara que no lo hiciera, y lo hará porque el Tribunal Electoral ya calificó la elección de 2012. Nos guste o no, Peña Nieto asumirá el cargo porque tuvo un cantidad mayor de votos y comenzará a trabajar.

Sí, es cierto, a pesar de que Peña Nieto obtuvo 19 millones 158 mil 592 votos, que representan sólo el 24.11% de la Lista Nominal, que fue de 79 millones 454 mil 802;  y el 38.20% de la votación total de la elección, que fue de 50 millones 143 mil 616, en nuestro país no hay todavía un mecanismo, como la segunda vuelta, que otorgue a la ciudadanía una mayor cercanía con quién es elegido Presidente del país. Las cifras anteriores indican, al menos superfluamente, que 30 millones 985 mil 024 ciudadanos NO votaron por él y esa es una realidad que tendrán que atender como nuevo gobierno.

La indignación es un ingrediente que puede transformar el mundo, pero sólo cuando no está acompañada de apatía, indiferencia e inmovilidad. Lo que nos toca a nosotros es lo relevante. ¿Qué haremos en estos seis años? ¿Quejarnos y criticar cada paso que dé o dar seguimiento, proponer, organizarnos y exigir que se nos rindan cuentas? La respuesta está en nosotros y la actitud que tomemos será determinante en este sexenio y en las elecciones que vienen, tanto en las locales como en las próximas Presidenciales. Por lo pronto hay cuatro tareas pendientes, la segunda vuelta, la compra y coacción del voto, la regulación de las encuestas y el fomento temprano de la educación cívica y política de los ciudadanos. ¿Qué vamos a hacer al respecto? ¿Dejaremos estos temas en el cajón y volverá la indignación en tres y seis años, respectivamente? ¿Qué proponemos?

Si negamos la realidad, desapareceremos del mapa político y la toma de decisiones, si la asumimos y tomamos cartas en el asunto para transformarla estaremos presentes y seremos agentes de cambio. No seamos críticos de clóset, asumamos nuestro rol de ciudadanos y comencemos este nuevo sexenio con ojos atentos y con la mente dispuesta. Negar a un presidente y esperar a que llegue otro que nos satisfaga puede dejarnos perpetuamente en un limbo.  Dejemos de ser víctimas.


jueves, 12 de julio de 2012

De la compra y coacción del voto...

En un artículo publicado el día de hoy, Sergio Aguayo dice que en lo relativo a la compra y coacción del voto, la FEPADE ha actuado con la energía de un elefante en estado de coma. La frase es provocativa, pero también reveladora de la realidad en nuestro país. Es claro que la institución encargada de perseguir los delitos electorales ha estado ausente y ha sido lenta, sin embargo también es cierto que los ciudadanos no hemos dado con firmeza el paso que nos toca dar.
Desde hace 11 días, el descontento por la compra y coacción del voto se ha desbordado en las redes sociales, en las marchas que tenían como objetivo las puertas del IFE y en los plantones afuera de sus instalaciones.
La pregunta ahora es: ¿por qué la titular de la FEPADE, Imelda Calvillo, nos dice que hasta el día de ayer no contaba con testimonios que le permitieran acreditar que hubo compra de votos en favor de algún candidato o partido político?
Miedo, quizás. Es claro que los ciudadanos que vendieron su voto pueden temer las represalias de la justicia por haberlo vendido, sin embargo, quienes así lo hicieron pueden respirar tranquilos: si vendieron su voto a cambio de dinero, despensas, tarjetas o cualquier otro bien o servicio, no teman, la ley no los sanciona a ustedes, sanciona a quienes compraron el voto, sanciona a quienes orquestaron la compra y si fueron los partidos, los sancionará a ellos.
Entonces, ¿qué nos toca hacer ahora? No nos comportemos como un elefante en coma. No son sólo las instituciones las que no reaccionan. Asumamos nuestra responsabilidad, salgamos de nuestra zona de confort, denunciemos formalmente, exijamos el actuar expedito de las instituciones correspondientes y demos seguimiento a nuestras denuncias.

¿Presenciaste un delito? Denúncialo. ¿Te dieron una tarjeta con dinero? Denúncialo. No permanezcamos impasibles ante la compra y coacción del voto. No porque sea una práctica histórica significa que debemos dejarla pasar. Hagamos nuestra parte. 


lunes, 9 de abril de 2012

LAS ENCUESTAS NO SON PREDICCIONES, CON TU DECISIÓN Y VOTO PUEDES MODIFICAR LOS RESULTADOS


Desde hace un par de semanas comencé a seguir nueve de las encuestas más importantes sobre preferencias electorales y gracias a ese seguimiento es que hoy quiero compartir con ustedes algunas reflexiones para estos tiempos.

Las encuestas no predicen, son sólo una fotografía –limitada- de la forma en que cierto número de personas, elegido aleatoriamente, piensa en un determinado momento. Es cierto que las encuestas buscan ser representativas de la población, pero no son infalibles y si no tenemos cuidado en la forma en que las leemos pueden convertirse en una especie de "profecía autocumplida".

Pero, ¿qué quiero decir con esto? Lo pondré en términos más coloquiales. Muchas personas me han preguntado en las últimas semanas si creo que Enrique Peña Nieto va a ganar. A su vez, yo les pregunto por qué tienen esa inquietud y en la mayoría de los casos me han dicho que es porque va ganando en las encuestas.

Mi respuesta a esas personas en las últimas semanas, para hacerles ver el valor y la importancia de su voto particular  ha sido la que hoy comparto con ustedes:

a)    Los medios de información, ya sean periódicos, programas de radio o programas de televisión hablan de encuestas, pero no explican que hay 2 TIPOS DE RESULTADOS: 1) BRUTOS y 2) EFECTIVOS.

b)   Las encuestas que hablan de PREFERENCIAS BRUTAS son las que contemplan al 100% de los encuestados a la hora de describir los resultados, es decir, son aquellos que incluyen a quienes “no respondieron, están indecisos o quienes dicen que no quieren votar”.

c)    UN EJEMPLO DE RESULTADOS BRUTOS es la siguiente encuesta de Milenio/Gea-Isa, levantada del 4 al 6 de abril, y publicada el sábado 7, que presentó los siguientes resultados:
-          36.9% a Enrique Peña Nieto,
-          22.2% a Josefina Vázquez Mota,
-          16.3% a Andrés Manuel López Obrador
-          0.4% a Quadri
-          24.2% que representa a quienes no respondieron o están indecisos. (*tengan esta cifra en mente)

d)   Las preferencias brutas son, a mi parecer, la forma más adecuada de presentar los resultados porque así se toma en cuenta también a quienes están indecisos o simplemente inconformes. Las considero relevantes, y aquí está la base de la respuesta que quiero enfatizar, PORQUE NOS PERMITEN ADVERTIR EL PODER QUE TENEMOS LOS CIUDADANOS a la hora de definir las elecciones.

Mi lectura, aunque ingenua, quizás, es la siguiente:

SI USTEDES, SI NOSOTROS NOS DECIDIMOS, PODEMOS DARLE LA VUELTA A CUALQUIER ENCUESTA; PODEMOS DECIDIR EL RUMBO DE LAS ELECCIONES. NUESTRA DECISIÓN Y NUESTRO VOTO CUENTAN.

Es simple. En un caso hipotético en el que el 24.2% de las personas encuestadas que no sabe por quién votar, que no respondió o que no quiere votar, de pronto se decidiera a favor de un candidato, se modificaría radicalmente el mapa electoral actual. El siguiente ejercicio nos permite ver a lo que me refiero. Si sumáramos el 24.2% de “indecisos” a cualquiera de los cuatro candidatos, estos serían los resultados:

1)   Sumárselos a Peña Nieto: Victoria rotunda.
36.9 + 24.2% = 61.1 %

2)   Sumárselos a Vázquez Mota: Victoria
22.2 + 24.2% =  46.4 %

3)   Sumárselos a López Obrador: Victoria
16.3 + 24.2% = 40.5 %

4)   Sumárselos a Quadri: Segundo lugar.
0.4 + 24.2%  = 24.6 %

Me queda claro que el ejercicio que hago es una mera hipótesis, pero sirve para ilustrar la importancia particular que tiene la decisión de los ciudadanos.

Esto es una invitación a que voten libremente, a que no lo hagan basándose sólo en los resultados que les dan las encuestas, sino como producto de un balance entre las propuestas y acciones de los candidatos a la presidencia de la República.

Con esto, y quiero ser muy clara al respecto, no estoy desacreditando a las encuestas, lo que busco es compartir con el mayor número de personas posible, la capacidad que tenemos para decidir al ganador de la elección presidencial este 1° de julio de 2012.

Si queremos que gane cualquiera de los cuatro candidatos, tenemos el poder de hacerlo, sólo es importante que hagamos valer nuestro derecho al voto. Si no votamos, dejamos la posibilidad a otros para que modifiquen las tendencias a su gusto y nosotros quedamos al margen. Lo importante es que no dejemos que la apatía nos gane. Hagamos valer nuestro voto. Las boletas para que lo hagamos ya se están imprimiendo, hay una para cada uno de los ciudadanos mexicanos inscritos en la lista nominal…

Por ahora no escribiré más, queda pendiente la explicación de lo que son las PREFERENCIAS EFECTIVAS, pero prometo que será muy pronto.



jueves, 26 de enero de 2012

Enseñanzas de mi tierra...

Nuestra historia nos marca. El lugar donde nacimos; las calles que caminamos; los parques en los que jugamos; las historias que escuchamos; la comida que degustamos; las personas con quienes convivimos…


El fin de semana estuve por primera vez en Tlaxcala, la ciudad del mestizaje; el hogar de los tlaxcaltecas y el comienzo de una historia que sigue escribiéndose. Fui ahí por invitación de alguien que apenas se asomó a mi vida, pero que es amigo de uno de esos hermanos de la infancia que no llevan nuestra sangre y que llamamos amigos. Fue un viaje memorable, divertido, lleno de rica comida, de buenos amigos y de fuertes sentimientos de pertenencia; algunos que comienzan a formarse y otros que han estado ahí desde hace siglos. No quisiera describir cada una de las actividades que realizamos, pero sin duda cada una de ellas hizo latente lo mucho que compartimos como mexicanos, como hijos de una generación que vivió la acelerada urbanización de los últimos cincuenta años y como herederos de una historia de un país que cada día siento más mío.



Tlaxcala, como sabrán, y si no saben les cuento, es conocido por muchos como la cuna de quienes traicionaron a los suyos por encima de los españoles, hay incluso un famoso libro llamado “la culpa es de los Tlaxcaltecas”, escrito por Elena Garro, cuyo título no podía ser más explícito. Esta aseveración responde a la alianza que los Señores Tlaxcaltecas celebraron con Hernán Cortés, misma que facilitó su entrada y conquista de Tenochtitlan. Pero no, definitivamente yo no los llamaría traidores, ni los culparía por el éxito de la Conquista. Para empezar, no fueron ellos los únicos que se aliaron con los españoles, antes lo hicieron los Señores de Zempoala y después lo hicieron muchos más, además, antes de hacerlo, el hijo de uno de los cuatro señores principales, los enfrentó sin éxito. A esto habría que sumar que estas alianzas representaron para muchos de los señoríos independientes de ese tiempo, una posibilidad de mejora ante el dominio prevaleciente de Tenochtitlan, y sólo a cambio de algunos rituales y apoyo. Así, que dicha aseveración de una traición tlaxcalteca sería infructuosa. Sin embargo, es latente que nuestra historia sigue viva ahí. La confluencia entre las raíces indígenas y españolas está en todas partes; en las familias, en las calles, en las iglesias, e incluso diría que en el aire que se respira. Al respecto, recuerdo una frase de un historiador mexicano que decía que aunque suele considerarse a la conquista como una ruptura con el pasado, lo que indudablemente es cierto; en realidad esa ruptura no fue tan radical como parece a primera vista.



Esa historia, nuestra historia, está particularmente presente en el Ex Convento de San Francisco; en las escalinatas para llegar a él y en las manos y pies de quienes han pisado ese lugar. La visita al Convento fue sin duda uno de los momentos más intensos del viaje. Estaba sentada ahí, en una banca de madera, con Jesucristo mirándome, y de pronto cerré los ojos y comencé a dar gracias por el día, por la oportunidad de estar viva y por poder compartirlo con personas tan especiales. El recinto estaba particularmente tranquilo, a pesar de que momentos antes se había llevado a cabo una boda, misma que había sido amenizada con la siempre llegadora música interpretada por mariachis. Estaba ahí, pues, y de pronto me percaté de que mis nuevos amigos estaban viendo una ceremonia que se oficiaba en la capilla que estaba a la derecha del altar central. Caminé hacia ellos sabiendo que sería un momento especial, pero no tenía muy claro por qué. Y de pronto lo vi: acababan de bautizar a un bebé en el mismo lugar en que quinientos años antes habían bautizado a los cuatro señores de Tlaxcala. El golpe fue portentoso:



“En esta fuente recibieron la fe católica los cuatro senadores de la Antigua República de Tlaxcala. El acto religioso tuvo lugar el año de 1520, siendo ministro Dn. Juan Díaz, Capellán del Ejército Conquistador, y Padrinos el Capitán Dn. Hernán Cortés y sus distinguidos oficiales Dn. Pedro de Alvarado, Dn. Andrés de Tapia, Dn. Gonzalo de Sandoval y Dn. Cristóbal de Olid. A Maxixcatzin, se le dio el nombre de Lorenzo, a Xicohténcatl el de Vicente, a Tlahuexolotzin el de Gonzalo y a Zitlalpopocatl el de Bartolomé, así lo refieren las (…)”



Esas frases me transportaron a lo ocurrido en ese preciso lugar cerca de quinientos año atrás; me llevaron a esos momentos que para muchos fueron de tristeza, de confusión, incluso de imposición, y de los cuales ahora queda sólo un recuerdo. Hace un par de años hice un viaje a Chiapas con una de mis hermanas y aún recuerdo una historia que se quedó grabada en mi alma para siempre. Hay, a orillas del Cañón del Sumidero un punto más alto que todos los demás; tan alto que cualquiera que decidiera lanzarse de ahí perdería la vida. Y fue de ese punto, que cientos de indígenas decidieron lanzarse al vacío antes que ser colonizados; antes de perder su identidad; sus raíces, sus costumbres, sus creencias. Fueron ellos, al igual que tantos grupos indígenas de nuestro país que decidieron refugiarse en las zonas altas, inaccesibles y perdidas de las sierras, quienes me recordaron, una vez más, parte de quién soy. Soy parte de esa misma mezcla, esquizofrénica en ocasiones, que va y viene. Mis raíces indígenas me definen, al igual que el pasado y presente mestizo. Soy parte de esa historia, vivo sus contradicciones y me maravillo con su fuerza.



Veo ahora los pies de esta mujer sin rostro y me veo a mí, veo a mi abuela, a mi tatarabuela y antes de ella a los cientos de miles de mexicanos que me precedieron. El viaje a Tlaxcala me da para escribir más, pero por ahora, esto es lo que tengo. Gracias México por tus miles de colores, por tus olores, por tu viento y por el calor con el que me abrazas; gracias México por ser mi tierra. Gracias chicos por invitarme.


miércoles, 28 de diciembre de 2011

martes, 27 de diciembre de 2011

De la finitud

Recuerdo tiempos en que nada me daba miedo. Ahora veo el mar y temo. No sólo por su profundidad, sino por su fuerza e inmensidad. Aunque creo que el temor no es al mar, sino a mi propia finitud. Soy un ser finito. No estaré aquí para siempre. No soy inmortal. Soy frágil e infinitamente pequeña cuando comparada con el vasto océano. Bastaría una fuerte ola para que me desvaneciese; bastaría un abrazo suyo para desaparecer. Temo, entonces, pero no al mar, sino a mi propia mortalidad. Cuido vanamente mis instantes en la tierra y la osadía ha dejado de seducirme; cuido mi vida y mis amores. Los cuido y los abrazo porque ahora sé que al igual que yo son finitos. Curioso. Curioso saberlo hasta ahora. Curioso que para saberlo haya tenido que estar cerca de la muerte. Lo verdaderamente importante se hizo evidente, lo accesorio se tornó difuso y por lo tanto también claro. Lo que importa se cuenta con el corazón, aunque más bien las cuentas se pierden, los números de disuelven, las preocupaciones se diluyen. Lo importante se abraza, se puede abrazar, se puede amar, nos hace sonreír. Lo importante está siempre con nosotros, pero sólo a veces es tan claro como ahora. Espero que así permanezca. Espero recordarlo siempre.