En un artículo publicado el día de hoy, Sergio Aguayo dice que en
lo relativo a la compra y coacción del voto, la FEPADE ha actuado con la
energía de un elefante en estado de coma. La frase es provocativa, pero también
reveladora de la realidad en nuestro país. Es claro que la institución
encargada de perseguir los delitos electorales ha estado ausente y ha sido
lenta, sin embargo también es cierto que los ciudadanos no hemos dado con
firmeza el paso que nos toca dar.
Desde hace 11 días, el descontento por la compra y coacción del
voto se ha desbordado en las redes sociales, en las marchas que tenían como
objetivo las puertas del IFE y en los plantones afuera de sus instalaciones.
La pregunta ahora es: ¿por qué la titular de la FEPADE, Imelda
Calvillo, nos dice que hasta el día de ayer no contaba con testimonios que le
permitieran acreditar que hubo compra de votos en favor de algún candidato o
partido político?
Miedo, quizás. Es claro que los ciudadanos que vendieron su voto
pueden temer las represalias de la justicia por haberlo vendido, sin embargo,
quienes así lo hicieron pueden respirar tranquilos: si vendieron su voto a
cambio de dinero, despensas, tarjetas o cualquier otro bien o servicio, no
teman, la ley no los sanciona a ustedes, sanciona a quienes compraron el voto,
sanciona a quienes orquestaron la compra y si fueron los partidos, los
sancionará a ellos.
Entonces, ¿qué nos toca hacer ahora? No nos comportemos como un
elefante en coma. No son sólo las instituciones las que no reaccionan. Asumamos
nuestra responsabilidad, salgamos de nuestra zona de confort, denunciemos
formalmente, exijamos el actuar expedito de las instituciones correspondientes
y demos seguimiento a nuestras denuncias.
¿Presenciaste un delito? Denúncialo. ¿Te dieron una tarjeta con
dinero? Denúncialo. No permanezcamos impasibles ante la compra y coacción del
voto. No porque sea una práctica histórica significa que debemos dejarla pasar.
Hagamos nuestra parte.
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